Róbate un pollo y vas preso. Róbate unos millones y tan sólo tendrás que repartir, pero te quedará para vivir bien y evitar caer preso.
Cuando me negué a votar por Leonel muchas veces me criticaron el botar un voto. Lo hice por Guillermo Moreno. Primero, para tener derecho a criticar al Gobierno; segundo, porque era la mejor opción al hacerme creer que era incorruptible. Moreno no me ha hecho quedar mal, pero ahora pienso que así era también Leonel.
Hoy me siento asqueado al saber de los indultos a acusados de robo y corrupción.
Me viene a la mente aquel personajes del Gobierno que utilizó sus influencias primero para conseguir terrenos en las playas; segundo, volver a utilizarlas para conseguir aumentar la cantidad de habitaciones que se pueden construir en sus terrenos y disminuir la de sus vecinos y no es sancionado por las autoridades, sino que lo dejan ir sin sanción alguna.
Los nuevos intendentes de la Cámara de Cuentas, que sustituyeron a aquellos que habían cometido actos que contradecían las funciones honestas de un servidor público y que de manera abusiva se pagaron la regalia navideña completa, enviando al pueblo un metamensaje de los que se puede esperar de ellos.
Recuerdo aquel funcionario que arrolló a una humilde empleada del ayuntamiento, huyó de la escena y pasaron días sin entregarse a las autoridades y luego llegó a un acuerdo por fuera y salió inmune.
Una ladrona de los ahorros de los humildes, condenada por la justicia y que nunca pisó la cárcel y luego sale perdonada al igual que el otro condenado por el robo al Plan Renove que hizo prisión domiciliaria y ahora goza de libertad. ¿Dónde están los presos acusados de delitos menores que podíam ser indultados.
La seriedad del Presidente y su Gobierno está en entredicho.
Bien lo decía mi abuelo: Una persona que se atreve a fijarse en su comadre no es de fiar.
Volvieron a soltar a Barrabás y ésta vez ni se le consultó al pueblo.
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